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jueves, 25 de junio de 2015

Policías torturan a dos indígenas chiapanecos para que confiesen un asesinato que no cometieron

25 de junio. Margarita Gómez y David Hernández Torres, indígenas y campesinos de Teopisca, Chiapas, fueron detenidos y torturados por elementos de la Policía Especializada de la Fiscalía de Distrito Altos y el Ministerio Público de Teopisca, para que confesarán el asesinato de Juan Pérez, hermano de David Hernández.
Margarita Gómez y David Hernández Torres, indígenas y campesinos de Teopisca, Chiapas, fueron detenidos y torturados por elementos de la Policía Especializada de la Fiscalía de Distrito Altos y el Ministerio Público de Teopisca, para que confesarán el asesinato de Juan Pérez, hermano de David Hernández. Ahora recluidos en el Centro de Reinserción Social para Sentenciados #5 de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, culpados de homicidio, David y Margarita están preocupados por sus siete hijos, todos menores de edad, mientras ellos pagan por un crimen que no cometieron. Ambos viven de la tierra, no saben leer ni escribir y su lengua materna es tzotzil. El siguiente, es el testimonio de un diácono tzeltal, quien acompaña a David Hernández y Margarita Gómez, en su proceso penal, sobre los actos de tortura de los que fueron víctimas para que confesaran un asesinato que no cometieron. La tortura, es una forma de quebrantar al ser humano, degradarlo, romper sus defensas físicas, sicológicas. Es un grado máximo de sufrimiento, infligido por representantes del Estado y/o con anuencia de este. Los torturadores llevan a la víctima a una situación límite entre la vida y la muerte. Este carácter devastador de la tortura es un acto que pretende eliminar el control de la persona de su propia vida, señaló el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba), que acompaña a los dos indígenas en el proceso penal. David Hernández, es detenido el 24 de abril del 2014 por elementos de la Policía Especializada (PE), en las instalaciones del Ministerio Público de Teopisca, cuando realiza los trámites funerarios para que le entreguen el cuerpo de su hermano Juan Pérez Gómez, quien fue encontrado muerto el día anterior. El 25 de abril en las oficinas del Ministerio Público, los uniformados interrogan a David Hernández, sobre la relación con su hermano. Al lugar llega otra persona que no se identifica y le dice que no está diciendo la verdad. El hombre le propina una cachetada, le tapa la boca y nariz con un trapo y lo golpea entre cuatro y cinco veces en el estómago. Le quitan el trapo del rostro e intiman en que confiese el asesinato de su hermano y cómo lo hizo. David insiste en que él no fue, los hombres lo amenazan con arrojarlo de la ventana del segundo piso, con darle choques eléctricos sino confiesa. David, sigue en silencio, los hombres nuevamente cubren su rostro y le ponen un costal en la cabeza. Le amarran los abrazos por la espalda y un hombre tira de ellos, mientras siguen los golpes, los judiciales lo amenazan con ir por su esposa. Después de varios minutos los judiciales regresan al cuarto donde tienen a David, le dicen que su esposa confesó que fue él quien asesino a Juan. David insiste en que él no fue, los judiciales lo siguen amenazando con golpearlo más, sino confiesa. En la parte trasera de una camioneta azul, y con tres judiciales, David de 32 años, es trasladado a las instalaciones de la Policía Judicial en San Cristóbal de las Casas. Durante el trayecto los uniformados insisten a David que confiese, que su esposa ya lo inculpó. Al medio día llegan a San Cristóbal de las Casas, permaneciendo en el patio exterior de la oficina casi una hora. Lo llevan a un cuarto, lo amarran de nuevo y lo golpean. Los uniformados lo amenazan con violar a su esposa sino dice la verdad, David les vuelve a decir que él no asesinó a su hermano. Los policías le meten un trapo en la boca, lo esposan y lo golpean en el estómago. Uno de ellos le dice a David que su esposa se va a quedar con ellos y sino confiesa la van a ser su mujer, además ella ya les dijo que le gustan los verdaderos hombres. Margarita, esposa de Hernández es llevada al cuarto sin dejar que ambos se comuniquen. A la mujer le tapan la boca y la nariz con un trapo, mientras un policía sostiene sus brazos, otra la golpea entre 10 y 15 veces en el estómago, otro la toma del cabello y le dicen que confiese que su esposo asesinó a Juan Pérez. Esta acción se repitió cuatro veces. Fue detenida de forma inhumana junto con su hijo de un año y medio, cuando estaban en el panteón del pueblo, por elementos de la Policía Especializada, adscrita a la Fiscalía de Distrito Altos en San Cristóbal de las Casas, los suben de forma violenta a un auto y le dicen que los acompañe para que de sus palabras ante el Ministerio Público, sin ninguna orden de aprehensión o citatorio. Desde ese momento es detenida y llevada con David Hernández, su esposo, al lugar donde lo estaban torturando. Al ver a su esposo golpeado, le pregunta que le sucedió, pero los policías le prohíben que le dirija la palabra, sino le van a partir la madre. Los policías meten a Margarita, David y a su hijo de un año y medio, en una camioneta. En el transcurso del viaje, uno de los policías les dice: Ya los cargo la madre, allá si lo van a tener que confesar todo. Los policías siguen amenazando a Margarita con violarla. El niño llora muy fuerte, los policías le dicen que lo calle sino lo van a tirar del carro. Llegan a un lugar donde los recibe una mujer chaparra de cabello rizado, quien le dice a David que cierre la boca o lo va a golpear, después lo obliga a poner sus huellas en un documento. Son trasladados a Teopisca, al llegar a la casa de David, los policías bajan a Margarita y le dicen que les muestre donde encontró a su cuñado. Los uniformados toman muestras del terreno y permanecen en el lugar alrededor de dos horas. Los policías regresan a San Cristóbal de las Casas, donde los uniformados continúan con las torturas hacia David. Ambos indígenas son recluidos en el CERESO para Sentenciados de San Cristóbal de las Casas, donde esperan que la justicia llegue para ellos. Los autores de las torturas son policías de la Fiscalía de Distrito Altos, adscrito a San Cristóbal de las Casas de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chiapas y el Ministerio Público de Teopisca.

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