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miércoles, 27 de febrero de 2013

Cae imperio de Gordillo

La líder del SNTE cayó en la terminal aérea de Toluca CD. DE MÉXICO.- El imperio de la maestra Elba Esther Gordillo Morales se desmoronó en un santiamén. Y la estocada final la recibió la hasta ayer sempiterna lideresa magisterial en terrenos del Presidente Enrique Peña Nieto. Gordillo Morales cayó en la terminal aérea de Toluca. Al amparo de Carlos Salinas de Gortari, defenestrado Carlos Jongitud Barrios, Elba Esther Gordillo se hizo de las riendas del mayor sindicato de América Latina --con un millón 400 mil miembros-- en 1989. Comiteca, la maestra Gordillo picó piedra, escaló posiciones y, astuta, se afianzó a poco de tomar el poder en el gremio. Y a poco asomó la ambición en su persona. Y la ambición política y la ambición por el dinero, a la postre, marcaron su polémica gestión al frente del gremio magisterial. “Aquí yace una guerrera y como guerrera murió”, alardeó apenas el 7 de febrero..., casualmente en territorio mexiquense, donde ella mismo dibujó su postrero epitafio. Cobijada con el poder que le representaba el manejo y control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la maestra gozó de las mieles del poder con cuatro Presidentes..., dos del partido que la vio crecer y con el que al final rompió, el Revolucionario Institucional, y dos con el partido en el que impuso su influencia, Acción Nacional, sin que los Gobernantes en turno le pusieran freno. Elba Esther Gordillo con su mentor, Salinas de Gortari. Elba Esther Gordillo con Zedillo Ponce de León, con quien avaló una primera reforma educativa. Elba Esther Gordillo con Vicente Fox..., y su esposa, Marta Sahagún. Y Elba Esther Gordillo con Felipe Calderón, quien merced a una inaudita alianza le obsequió posiciones en el Gobierno, con el yerno Fernando González en primerísimo plano. La ex normalista concentraba el manejo de los vastos recursos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Conforme a cálculos fidedignos, de enero a octubre de 2012, apenas diez meses, por producto de las cuotas de los maestros, llegaban a las arcas del gremio mil 129 millones de pesos. Pródiga con sus mentores, Gordillo no escatimaba recurso alguno. Célebre fue el crucero por las islas de Hawai que obsequió a un grupo de maestros incrustado en la cúpula del Comité Ejecutivo del Sindicato. Las andanzas de la maestra en 24 años al frente del SNTE se explican por su ejercicio político, sustentado éste en la fuerza del gremio. Su ascenso, por su astucia política. Luego vinieron los apuros y, dentro de las filas del PRI, la tacharon de foxista. Y más tarde asomó la ruptura con Roberto Madrazo. De la mano de Marta Sahagún, la maestra trabó acuerdos políticos con Vicente Fox y el sindicato que manejaba cobraba mayor fuerza. El clímax del poderío del SNTE y de su lideresa se manifestó en la gestión de Felipe Calderón, con quien tejió una alianza política que, en opinión de muchos, propició que el michoacano pudiera ganar la Presidencia de la República en 2006. El acuerdo comprendió, inclusive, cargos para los suyos en la estructura del sindicato, en la Lotería Nacional, en el ISSSTE e, inclusive, en áreas de Seguridad Pública. Inocultable resultó la animadversión que la figura de Josefina Vázquez Mota en Educación Pública le representó a la maestra, y las cosas en la materia marcharon a trompicones en tres ríspidos años. Desdibujada la luna de miel, Gordillo reveló en una sorpresiva rueda de prensa los acuerdos políticos a los que había llegado con Felipe Calderón Hinojosa. Antes, había auspiciado la creación del Partido Nueva Alianza, que resultó política para muchos de sus allegados. Y del entendimiento con el PAN en sus doce años de estancia en Los Pinos, afloraron luego las primeras señales de distanciamiento con Peña como Presidente electo. Instalado en el poder, Enrique Peña Nieto delineó sin cortapisas, el primer día de su gestión, su intención de recuperar para el Estado la rectoría educativa. Al parecer, Elba no se plegó y, en un último desafío, el SNTE tachó de “ignorante” al secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet. En Palacio Nacional, el 1 de diciembre, Peña Nieto se había granjeado la mayor ovación al deslizar su intención de empujar una reforma educativa. “Habrá reglas claras y precisas, para que todo aquel que aspira a ingresar, permanecer y ascender como maestro, director o supervisor, lo haga con base en su trabajo y sus méritos, garantizándoles plena estabilidad laboral”, anunció, para abogar por la eliminación de las plazas vitalicias o hereditarias. Elba salió ese día de Palacio Nacional discreta, sin mayores aspavientos. La ruta estaba trazada: al amparo del Pacto por México, la primera reforma de gran calado fue la educativa, y apenas el lunes --sin la presencia de la maestra-- el Presidente Peña Nieto la promulgó. Era la señal de lo que se veía venir. Treinta horas después, en territorio mexiquense, donde esbozó su epitafio, la maestra Elba Esther Gordillo Morales era aprehendida por incurrir en presuntos delitos de operaciones con recursos de procedencia ilícita.

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